El frente de la prostitución




La primera vez que viví un desalojo fue en Viña del Mar. Era febrero. La policía y los vecinos hicieron lo posible para limpiar la ciudad de la prostitución. El festival de viña y el turismo merecían una ciudad más limpia. Fue algo así lo que alguien nos explicó. Vivíamos cinco prostitutxs en un departamento arrendado a un hombre que tenía sexo con la colombiana del grupo. Ella debía hacérselo gratis, si no él nos desalojaba. Ya sin casa, nos perdimos el rastro. Tuve que venirme a Santiago porque no conocía a nadie más en Viña y me dio miedo la persecución policial. Los vecinos también daban miedo, eran otra especie de policía. En nombre de la familia la gente puede ser muy hostil.

En Santiago he vivido otros desalojos. Huir antes que llegue la policía ha sido crucial. Aliarse con los conserjes del edificio es muy útil. Ellos son los cómplices más importantes cuando se trata de arrendar un departamento para vivir y trabajar. Pero los vecinos siempre ganarán en nombre de la familia.

He aprendido que la soledad es poco rentable. “No podemos ser putas solitarias en este país que decide perseguirnos antes de tendernos una mano”, me dijo pocos días antes de desaparecer una travesti que acompañé a trabajar a 10 de Julio durante unas noches. Me hablaba de su deseo de sindicato de trabajadoras sexuales. No he vuelto a saber de ella.

Con Evelyn Matthei no se inaugura ningún fascismo. En Las Condes ya se habían “tomado medidas” para “erradicar” la prostitución de sus calles “decentes”. Lo mismo en Santiago Centro con el alcalde Alessandri, que se ha aliado con organizaciones vecinales para hacerle aún más difícil la vida a quienes decidimos trabajar cobrando por sexo. Nos persiguen en  las calles y en nuestras casas. En los diarios, en la tele,  solo se muestra la postura abolicionista anti-trabajo sexual. Quedamos reducidos a una plaga que hay que exterminar porque los ciudadanos están quejándose. Como si nosotrxs no tuviésemos alguna postura, demandas que defender.

Hoy, Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia, ex Ministra del Trabajo,  está dejando a un centenar de trabajadoras sin derechos básicos como la vivienda y la salud, ya que en los consultorios y hospitales públicos piden domicilio para inscribirse y recibir atención. Según un informe de Amnistía Internacional: "Hay otros grupos que son partidarios de la despenalización del trabajo sexual o la propugnan, entre ellos la Organización Mundial de la Salud, ONU Mujeres, ONUSIDA, la Organización Internacional del Trabajo, la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, la Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual, la Comisión Global sobre VIH y Derecho, las Fundaciones para una Sociedad Abierta y Anti-Slavery International".

El neoliberalismo nos ha educado muy bien para “rascar el propio piojo”. Es necesario desindividualizar la prostitución. Nos desalojan y no volvemos a saber nada de nosotras. Nos encontramos por casualidad en alguna esquina, en alguna página web, mientras nos siguen dejando sin techo.  Ante esta hostilidad lxs trabajadorxs sexuales debemos organizarnos. Tenemos una historia milenaria de injusticias respecto a nuestro oficio, no podemos seguir guardando silencio.

La prostitución me ha enseñado formas sabias de colaboración, a posibilitar espacios de disfrute sexual en complicidad. Entre colegas y con los clientes surgen lazos importantes y esta violencia que nos imponen solo estigmatiza aún más nuestro trabajo.

Somos una manada milenaria, es hora de salir unidas a la calle y exigir lo que nos pertenece. 

Comentarios

  1. El neoliberalismo nos educa para la atomización en casi todos los órdenes. Sin embargo no en todo el mundo parece ser desalojada la prostitución. En muchos países o es legal o se la acepta o se la tolera. Algo siempre resiste. No hay con qué detener al deseo.

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